La volatilidad se adueña de las Bolsas

volatilidad en Bolsa

No son tiempos cómodos para las inversiones en Bolsa. La altísima volatilidad que se ha adueñado del parqué madrileño está haciendo por un lado las delicias de los que «juegan» a muy corto plazo y por otro, por contra, están haciendo jirones los fondos de los que no saben moverse en aguas turbulentas, de los que tienen miedo a perder su dinero, y se salen cuando no deben. En días como los pasados en estas dos últimas semanas los que operan en intradía, éstos es, comprar y vender títulos en una misma sesión, están haciendo su particular octubre. Ellos basan sus ganancias anuales en momentos así, en los que una determinada acción puede oscilar de un 5% hacia arriba entre los mínimos y los máximos diarios.

Se han juntado diferentes factores que han contribuido a la desazón con la que se mueven los mercados: por un lado, el temor a la enfermedad del Ébola que, sobre todo, impactó en las compañías aéreas y las relacionadas con el turismo. Una enfermedad como ésta, mortal, capaz de traspasar frontera y con posibilidades de convertirse en epidemia, evidentemente afecta al tráfico de pasajeros. Son miedos que se generan a viajar y a moverse fuera del país, y, como es normal, las primeras afectadas siempre serán las aerolíneas. En nuestra Bolsa, por ejemplo, vimos caer con mucha fuerza a IAG, la matriz de Iberia, o a Meliá Hoteles, entre otras.

Pero por encima de estos miedos, que aunque muy reales podrían considerarse pasajeros, está el miedo a una nueva recesión. Los malos datos macroeconómicos que nos han ido llegando tanto desde el resto de Europa como desde Estados Unidos invitan, cuando menos, a tener precaución con nuestras inversiones: aún estamos lejos de salir de la crisis, y no solo mejoramos, sino que los últimos datos parecen decirnos que podríamos griparnos nuevamente. Curiosamente, ahora, España se está convirtiendo en un ejemplo para el resto de países europeos.

Éste sí es un miedo tan real para la Bolsa que prácticamente todos los valores se han visto afectados de forma inmediata. Añadámoslo a ello, como condimento, el año de subidas generalizadas en las cotizaciones que llevábamos, y con todo ello en el mismo plato, parecía lógico pensar que hubiera una recogida de beneficios.

Sin embargo, la recogida de beneficios, que siempre es sana en la operatoria de Bolsa, para que entre nuevo dinero, se ha ido tornando en tensiones económicas, en un cada vez mayor miedo al futuro mundial, y al final, en un caos bursátil que para algunos incluso ha sido preludio de un «crash». Y es que ya se sabe, Octubre siempre estará ligado ya, por su historia, a los grandes «crashes».

¿Volatilidad? claro, era natural que con todos estos mimbres los índices de volatilidad se dispararan y que en solo un día, entre el jueves 16 de octubre y el viernes 17, se marcaran mínimos en el Ibex de 9.371,3 puntos y máximos solo un día después de 9.956,80, algo más de un 6% en el índice general.

Si eso en el General, imaginemos la situación en valores individuales. Por poner dos casos muy llamativos: Abengoa llegó a marcar en los mínimos del día 16, en torno a las 12 de la mañana, una cotización de 2,63 euros, y apenas un día después, el 17, cerró en 3,26 euros. Si echáis mano a la calculadora veréis que la ganancia casi alcanza el 25%. Gamesa, por su parte, tocó mínimos en 6,5 euros y en estos momentos del lunes, poco más de las 11 de la mañana, se encuentra cotizando a 7,17 euros con una ganancia en dos sesiones de algo más del 10%.

Os he puesto como ejemplo dos valores del Ibex, que generalmente deberían considerarse sólidos y fiables, y que sin embargo, en estos días se han convertido en el paradigma de la inversión a muy corto plazo.

Pero no nos equivoquemos. Es un tipo de operativa apta solo para gente no solo al que le guste el riesgo, sino para profesionales del intradía, para quienes están continuamente frente a la pantalla viendo los movimientos y la operativa instantanea.

Para los inversores «normales», para los que gustan de ganancias más tranquilas, no son éstos momentos de apostar por valores volátiles, sino, en todo caso, de hacerlo en compañías sólidas y que sabemos que en el futuro reflejarán en sus cotizaciones el buen trabajo que han venido haciendo en estos momentos de crisis. Aunque pueden caer más en estos días empresas como Santander o Repsol, tras los recortes se han puesto a muy buen precio, y, además, son de las punteras en cuanto a retribución con dividendos.

La volatilidad pasará, pero mucho me temo que aún perdurará varios días más. Nos quedan por delante los resultados empresariales, las reuniones de los bancos centrales europeos y los datos macroeconómicos norteamericanos que ahora se miran con lupa. Y aún queda por saber en qué quedará el Ébola. Noticias que aún hará que alternemos días de grandes subidas con días de grandes bajadas, o que incluso hagan que la Bolsa comience un día subiendo fuerte para luego acabar bajando.

Tranquilidad ante todo, porque la volatilidad es como las olas del mar: empiezan más lentas, van cogiendo fuerza, pero acaban rompiendo en la orilla y desapareciendo. El punto alto de las olas es el que hemos vivido en estos días, pero poco a poco, esos índices de volatilidad se irán calmando. Procuremos mientras tanto no quedarnos sin salvavidas y ahogarnos.

Tiempo al tiempo.

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