Burbuja tecnológica e inseguridad

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Para muchas personas, el fondo de inversión es la alternativa surgida para arrancar un poco de rentabilidad a sus ahorros de manera más bien segura, una vez que los depósitos bancarios que antaño pagaban tipos de interés del 6 o el 8% han pasado a la historia.

Con la incorporación a la Unión Monetaria Europea, el 1 de enero de 1999, España entró en un mundo de tipos de interés bajos, tanto por las reducciones de la inflación y el déficit presupuestario que tuvo que llevar a cabo para poder ingresar en el club del euro y mantenerse en él sin tensiones en la economía, como por pertenecer a un área monetaria que se caracteriza por haber tenido históricamente un precio oficial del dinero bastante más bajo que en nuestro país.

Los bancos, como es lógico, se vieron obligados a adaptarse a la nueva realidad y reducir en la misma línea la remuneración que ofrecían al dinero depositado en sus cuentas. En consecuencia, los ciudadanos empezaron a buscar otros sitios en los que colocar sus ahorros y encontraron, entre otras posibilidades, los fondos de inversión.

A muchos titulares de fondos no les preocupa la no obtención de elevadas rentabilidades; lo que quieren es que les den algo por sus ahorros y que, en la medida de lo posible, no corran riesgos. De este deseo se deriva el éxito de público de los fondos de inversión en renta fija y de los mixtos.

La exigencia de seguridad se acrecentó después de que el estallido de la burbuja de las tecnológicas en marzo de 2000 y los escándalos contables destapados a raíz de la quiebra de Enron en el verano de 2001 provocaran una caída de más del 60% en el Ibex 35 en los tres años que duró la crisis y un desplome del 90% en las acciones de las empresas de la Nueva Economía, las tecnológicas.

Para los particulares, entonces, se convirtió en una consideración de primer orden que el riesgo de perder dinero con sus inversiones fuera el más bajo posible.

Foto Vía: Jurvetson

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