El principio del rebaño

La década de los 90 del siglo XX vino marcada por toda una sucesión de serias perturbaciones financieras de carácter internacional, de mayor o menor gravedad y alcance, que tuvieron su origen en los denominados países emergentes.

Primero fue México en 1994, después Tailandia en 1997, que dio lugar a la crisis asiática, y luego Rusia en 1998. Todas ellas afectaron al conjunto del sistema financiero internacional, aunque unas de manera más intensa que otras.

Cada uno de estos acontecimientos obedece a una naturaleza propia, pero todos ellos tienen, al menos, un denominador común: la presencia en estos países de fuertes inversiones internacionales que llegaron en masa, en muchos casos sin cuestionarse hasta qué punto corrían riesgos, y se marcharon de la misma manera.

Para explicar estos movimientos masivos de capitales se acuñó una expresión que lo dice todo: el comportamiento como un rebaño, es decir, que allí dónde iba un inversor marchaban detrás todos los demás sin preguntarse nada, sólo porque el primero había tomado la decisión de colocar su dinero en un país o un área geográfica determinados.

El principio del rebaño, que ha resultado tan útil para entender lo sucedido en las últimas décadas en el sistema financiero internacional, sirve igualmente para explicar el comportamiento de la Bolsa y, sobre todo, de acciones concretas, en especial en tiempos de crisis.

Más recientemente encontramos múltiples ejemplos de esta forma de actuar de los mercados bursátiles. No hace falta acudir a las masivas inversiones en pujantes económicas en desarrollo como las de China, Brasil o la India; basta con observar cómo reaccionan los mercados ante las últimas colocaciones de deuda soberana de los países europeos con más problemas financieros, esto es, Grecia, Irlanda, Portugal y, obviamente, España.

Foto Vía: Julen Iturbe-Ormaetxe

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